La industria 4.0 está cambiando el mundo. Uno de los campos en el que los avances han sido más impresionantes es en el de la biología.
Hoy estamos viviendo en la cuarta revolución industrial: aparecen con fuerza la robótica y la tecnología más avanzada, los automóviles sin conductor, blockchain (con criptomonedas como bitcoin), la nanotecnología, los sensores, la secuenciación genética, la impresión 3D y la biompresión, la biotecnología, la inteligencia artificial (IA), el internet de las cosas (Iot), el procesamiento de datos, las ciudades conectadas a internet e inteligentes (sin semáforos), entre otros.
Como su nombre lo dice, es la cuarta etapa industrial de la historia: está nació en la primera década del siglo XX. En este caso fue Klaus Schwab, presidente y fundador del Foro Económico Mundial, en 2016 el que acuñó el término de esta última revolución. La industria 4.0 es, en la historia, la que fusiona más tecnologías y elementos—físicos, digitales y biológicos—.
En su libro La cuarta revolución industrial, Schwab expone cómo los progresos en la biología tienen y tendrán impactos positivos en la salud de la humanidad. Un ejemplo de lo que se ha ido logrando se presenta en el campo de la genética: el proyecto del Genoma Humano duró diez años en llevarse a cabo y costó 2.7000 millones de dólares. Hoy en día un genoma puede ser secuenciado por 1.000 dólares en pocas horas (este año se logró la primera secuenciación completa de un genoma humano). Con los avances que se han alcanzado se optimizan recursos, tiempo y se pueden tratar enfermedades de maneras mucho más eficaces.
La modificación genética y la configuración del ADN son áreas en las que se viene trabajando y en las que se esperan resultados significativos para la medicina y la sanidad (también se verían afectadas la agricultura y la producción de biocombustibles). La posibilidad de determinar la composición genética de cada paciente y de tumores llevará a que se puedan hacer tratamientos personalizados de enfermedades como el cáncer o del corazón.
“La capacidad de alterar la biología puede aplicarse a prácticamente cualquier tipo de célula, lo que permite la creación de plantas o animales genéticamente modificados, así como la modificación de las células de organismos adultos, incluidos los seres humanos. De hecho, la ciencia avanza tan rápido que las limitaciones son ahora menos técnicas que jurídicas, regulatorias y éticas”, dice Schwab también en su libro.
En la actualidad hay tecnologías que se fusionan como la tecnología 3D y la edición genética, lo que permite la creación de tejidos vivos para reparar y crear órganos humanos, para “generar piel, hueso, corazón y tejido vascular”, concluye Schwab. Seguir progresando en este sector sería crucial para atender este déficit: en la actualidad veintiún personas mueren cada día esperando un órgano. Así mismo, hoy en día se producen innumerables cantidades de prótesis para sustituir extremidades y otras partes del cuerpo.
La cuarta revolución industrial se vislumbra como un escenario de infinitas posibilidades —también con muchos riesgos, como la violación a la privacidad de las personas—. Las precauciones que se tomen serán decisivas para que dichas tecnologías no terminen por convertirse en un peligro para la sociedad.
“Nos enfrentamos a nuevas preguntas acerca de lo que significa ser humanos, qué datos e información sobre nuestro cuerpo y nuestra salud pueden o deberían ser compartidos con los demás, y qué derechos y responsabilidades tenemos a la hora de cambiar el código genético de generaciones futuras”, dice Schwab. Un ejemplo de ello: al poderse manipular el genoma humano en embriones los bebés podrían nacer con rasgos particulares predeterminados.